Es probable que el evento más importante en la evolución de los procedimientos estéticos mínimamente invasivos haya sido el desarrollo de la toxina botulínica.
Siendo uno de los venenos más potentes, se comenzó a utilizar en neurología hace años para el tratamiento de la espasticidad (contracciones musculares mantenidas). Los médicos especializados en Medicina Estética y Dermoestética aprendieron de los colegas neurólogos y oftalmólogos a utilizarla en algunos lugares específicos para bloquear la acción del neurotransmisor que estimula algunos de los músculos de la cara y cuello logrando disminuir las arrugas y surcos de expresión. Con ello no desaparecen las arrugas que ya se produjeron, pero se atenúan y la piel puede repararse con otros tratamientos antiage.
Con el correr de los años, el conocimiento y la gran experiencia con cientos de pacientes tratados, la doctora Karin Staab ha perfeccionado la técnica de aplicación de este medicamento para disminuir las arrugas faciales sin dejar al paciente inmóvil (“cara congelada”). Las inyecciones de este fármaco se realizan según el patrón muscular (cinético, hipercinético e hipertónico) y se cuenta con un abordaje mucho más individualizado de cada paciente. Los seres humanos somos por naturaleza entes sociales, por lo que el lenguaje expresivo es sumamente importante en nuestra vida diaria y social; no puede eliminarse la expresión facial, pero los movimientos musculares no deben arrugar la cara.
La técnica realizada por la Dra. Karin Staab es de microinyecciones, teniendo resultados óptimos en todos los pacientes tratados.